Estudios - Cría de insectos

La cría de insectos, que corresponde a la entomocultura, preocupa cada vez a más industriales en Francia y en el extranjero. El desarrollo del mercado de los insectos comestibles responde a la necesidad de encontrar una alternativa a la carne. Si bien el consumo de insectos todavía no está muy extendido en Europa para el consumo humano (entomofagia), no es el caso de la alimentación animal, que ya ha experimentado un fuerte crecimiento en los últimos años. Tras la evolución de la normativa europea, el sector de las proteínas de insectos se está expandiendo. La harina de insectos es un sustituto de la harina de pescado, la harina de soja y otros cereales, que son recursos limitados y costosos.

La cría de insectos agrícolas tiene varios beneficios: nutricionales, económicos y medioambientales.
Las harinas de insectos producidas a partir de larvas cultivadas (escarabajos, termitas, hormigas, orugas, langostas, etc.) son, en efecto, importantes fuentes de proteínas para los animales: peces, aves de corral, ganado, animales de compañía (perros, gatos) y nuevas mascotas (roedores, aves, reptiles, etc.). Por ejemplo, la mosca negra contiene un 42% de proteínas y un 35% de grasas. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los productos derivados de los insectos son una "fuente de alimentación sana y muy nutritiva". Para los productores de insectos, la entomocultura también representa un bajo coste medioambiental.
Los escarabajos Molitor, las larvas de tenebrión (tenebrio molitor), también conocidas como gusanos de la harina, las moscas soldado negras, los gusanos de la mosca doméstica y los gusanos de seda son insectos comestibles que pueden utilizarse para la alimentación animal.